Reza la poesía que Francisco de Icaza dedicó a la ciudad de su esposa: «Dame limosna mujer que no hay en la vida nada como ser ciego en Granada»
Aunque después de haber vivido en esta ciudad muchas cruces de Mayo, otras tantas Fiestas de la Primavera, numerosos Corpus y no menos botellones de esos que ya están prohibidos; creímos conveniente reformular la lírica con una alternativa propia de lo que fue nuestra ciudad en la última década del s.XX y la primera del s.XXI: