Siempre he pensado que la Granaina Font es una muestra de cómo las tipografías pueden ser mucho más que vehículos de comunicación: son agentes culturales activos. Esta perspectiva la han estudiado mis queridos Laura Cano y David López Rubiño en un artículo de investigación publicado en la revista Gráfica donde analizan profundamente el valor de este proyecto tipográfico.
La tipografía como herramienta de identidad
El artículo de Laura y David nos ofrece reflexiones reveladoras sobre cómo Granaina Font trasciende su función práctica para convertirse en un medio de intervención cultural:
«La tipografía Granaina se constituye como una herramienta al servicio de diseñadores gráficos y usuarios en general, mediante la cual pueden construir sus propios mensajes, reforzando la identidad colectiva vinculada al patrimonio visual granadino» (Cano & López, 2024).
Esta cita captura perfectamente la esencia del proyecto: no se trata solo de letras bonitas, sino de un puente entre el diseño y la memoria colectiva.
El arraigo cultural de las formas tipográficas
El verdadero valor de Granaina Font va más allá de lo puramente formal. Como bien sabes, este proyecto apela directamente a la identidad a través del paisaje urbano de Granada. Las reconocibles placas cerámicas del callejero, presentes en el espacio público día tras día, generan un vínculo emocional con los habitantes.
Pero el arraigo cultural no termina ahí. Los rasgos formales de la tipografía—su modulación vertical, sus remates filiformes—no son meras decisiones estéticas. Son, en realidad, huellas de procesos artesanales y de la historia local, testigos de una tradición que sigue viva en cada trazo.
Granaina Font como tipografía vernácula
Otra cita del artículo que me parece especialmente iluminadora explica qué significa que una tipografía sea «vernácula»:
«En definitiva, se trata de un proceso general de recuperación que pone en valor las formas populares. Este proceso se ha llamado tipografía vernácula y permite dos consecuencias: crear conciencia de los elementos visuales que generan identidad y recuperar formas artísticas y artesanales patrimoniales.»
Esto es precisamente lo que hace Granaina Font: rescatar lo popular para convertirlo en un recurso vivo, accesible a nuevas generaciones de diseñadores y creadores.
Archivo y futuro: La tipografía como documento vivo
Este monográfico es, en definitiva, un reconocimiento a todos los que han hecho posible este proyecto: desde los ceramistas anónimos que pintaron las primeras placas hasta investigadores como Cano y López Rubino, que han ayudado a entender su significado más profundo.
La historia de Granaina Font sigue escribiéndose, y cada nuevo uso añade un capítulo a este relato colectivo. Este archivo pretende dar seguimiento a cómo este recurso tipográfico nos permite reinterpretar el imaginario de nuestra ciudad.
Espero y deseo que compartas conmigo tus propias creaciones, porque el futuro de la creación solo es responsable si también mira hacia su sociedad, su identidad y su cultura.
¿Has usado Granaina Font en algún proyecto? ¡Cuéntame tu experiencia! 🎨