Recientemente he descubierto este magnífico artículo (por ahora el link parece roto) donde aparece la tipografía Granaina destacada entre ejemplos notables de tipografías vinculadas a ciudades, demostrando que las letras no solo comunican mensajes, sino que también encarnan el espíritu de un lugar. Es un honor que este trabajo sea mencionado junto a otras tipografías urbanas, como la Johnston Sans de Londres o la Gotham de Nueva York, que han definido la imagen de sus ciudades.
El artículo destaca como Dubai es un caso emblemático, con la tipografía diseñada por Nadine Chahine, que unifica los alfabetos árabe y latino para representar su diversidad cultural y su visión global. Entre otros ejemplos se incluye la ciudad Eindhoven, que en los años 90 desarrolló una identidad tipográfica colaborativa, y Berlín, cuya tipografía BMFChange, creada por Alessio Leonardi, que captura el carácter fuerte y auténtico de sus habitantes. Chattanooga, por su parte, logró financiar su tipografía Chatype mediante micromecenazgo, cuyos rasgos logran reflejar el dinamismo y herencia cheroqui.


Los créditos de las imágenes son de sus respectivos autores
Estocolmo y Amman también destacan. La primera renovó su imagen con una tipografía moderna y cohesiva, mientras que la capital jordana adoptó la FF Amman Sans, diseñada por Yanone, que fusiona tradición y modernidad. Estos proyectos muestran cómo las tipografías pueden unificar la comunicación de una ciudad y fortalecer su identidad.


Los créditos de las imágenes son de sus respectivos autores
El artículo también explora cómo las ciudades inspiran nombres de tipografías, como Chicago, Monaco o Geneva, creadas para los primeros sistemas operativos de Apple. Incluso en el catálogo de Bauer Types, la Paris ND rinde homenaje a una ciudad, demostrando que el vínculo entre tipografía y lugar es bidireccional.

Los créditos de las imágenes son de sus respectivos autores
Como diseñador, creo firmemente que una tipografía bien concebida puede ser una herramienta poderosa para expresar la personalidad de una ciudad. No se trata solo de estética, sino de crear un lenguaje visual que hable por sus habitantes y su historia. La Granaína es nuestro aporte a este legado, uniendo arte, cultura y comunicación en cada trazo. Para mí, es un recordatorio de que el diseño tipográfico no solo tiene un propósito funcional, sino también emocional y cultural.